CONSULTANDO A LOS EXPERTOS.

Olvidemos por un momento, el examen de las evidencias dadas por los estratos fósiles, y lo que enseñan; y por ahora, vamos a trasladarnos hasta los tres acervos paleontológicos más grandes del mundo.

Primero vamos al Museo Británico de Historia Natural, donde el Dr. Colin Patterson está a cargo de su enorme colección de fósiles. Después de publicar su libro Evolution en 1978, al Dr. Colin Patterson del Museo Británico de Historia Natural, se le preguntó por qué no incluyó una sola fotografía de un fósil transicional. En respuesta, el Dr. Patterson declaró lo siguiente:

“Concuerdo absolutamente con sus comentarios sobre la falta de ilustraciones directas de transiciones evolutivas en mi libro. Si conociera alguna, fosilizada o viviente, de seguro la hubiera incluido. Pero si usted sugiere que debí usar un artista para que representara tales transformaciones, ¿de dónde obtendría el artista la información necesaria? Pues honestamente, yo no podría proporcionársela.”

“Sería difícil contradecir a [Steven] Gould [de Harvard], y al personal del Museo Estadounidense, cuando dicen que no hay fósiles transicionales. Yo, como paleontólogo, me ocupo mucho en los problemas filosóficos en torno a la identificación de las formas ancestrales del registro fósil. Y usted me dice que yo debería, cuando menos, mostrar una foto del fósil a partir del cual, cada tipo de organismo se desarrolló. Pues le hablaré sin rodeos: no existe ni un tal fósil, sobre el que pudiera formular un argumento incontrovertible; y la razón es que los conceptos sobre ancestros y descendientes, no son aplicables al registro fósil. Aunque es fácil crear historias de cómo una forma dio lugar a otra, y encontrar razones por las cuales las etapas fueron favorecidas por la selección natural, tales historias no son parte de la ciencia, pues no hay manera de ponerlas a prueba” Dr. Colin Patterson, carta fechada Abril 10, 1979 a Luther Sunderland, citada en L.D. Sunderland, Darwin’s Enigma, p. 89.

Dejemos por ahora al Dr. Colin Patterson en Londres, y vayamos al Museo Field de Historia Natural en Chicago. Es uno de los museos de Historia Natural, más grande y antiguo de los Estados Unidos de Norteamérica, y probablemente del mundo: Alberga el 20 % de todas las especies fósiles conocidas.

Habiendo tenido la oportunidad de estudiar con cuidado todo este material durante años, el Dr. David Raup, paleontólogo principal del Museo Field, está más que calificado para hablar con autoridad. Así es como él comienza un artículo clave, que resume lo que revelan las evidencias fósiles:

“La mayoría de la gente supone que los fósiles constituyen una parte importante del argumento general, a favor de las interpretaciones darwinianas sobre la historia de la vida. Desafortunadamente, esto, en sentido estricto, no es cierto.” David Raup, “Conflicts between Darwin and Paleontology,” en Field Museum of Natural History Bulletin, Enero 1979.

A continuación, el El Dr. Raup cita una declaración bien conocida de Charles Darwin, sobre que él (Darwin), se sentía “avergonzado” por la falta de evidencias fósiles sobre los orígenes (el problema cambriano), y las transiciones (el problema de las brechas entre especies), que prevalecía en sus días. Luego Raup declara que la situación actual es aún peor, ya que ahora, aún con la mucha mayor evidencia fósil disponible, el mensaje que seguimos recibiendo de los fósiles es el mismo que entonces le dieron a Darwin.

Sobre los escritos de Darwin con respecto a su esperanza de que en el futuro se desenterrarían los fósiles que llenarían las brechas, y proporcionarían los eslabones perdidos, Raup dijo:

“Estamos ahora a 120 años del tiempo de Darwin, y el conocimiento del registro fósil se ha expandido en gran manera; pero a pesar de que ahora contamos con un cuarto de millón de especies fósiles, la situación no ha cambiado mucho. El registro de la evolución es sorprendentemente escaso, e irónicamente, tenemos aún menos ejemplos de transición evolutiva, que los disponibles en los tiempos de Darwin. Con esto, quiero decir que algunos de los casos clásicos de cambios darwinianos en el registro fósil, como la evolución del caballo en Norteamérica, tuvo que descartarse o modificarse como resultado de información (posterior), más detallada.” Dr. David Raup, en op. cit.

Dejemos ahora Chicago, y viajemos a uno de los museos más grandes de E.U.A., el Museo Americano de Historia Natural, de la Ciudad de Nueva York, donde, el Dr. Niles Eldredge, está a cargo de su enorme colección de fósiles.

Mientras asistía a una convención de escritores de ciencia, en Gatlinburg, Tennessee, en noviembre de 1978, un periodista le preguntó al Dr. Eldredge sobre las evidencias que hay en el registro fósil, con relación a los cambios transicionales entre una especie y otra. Un informe de su respuesta, se imprimió poco tiempo después en Los Ángeles Times: “Nadie ha encontrado tales criaturas intermedias. Estas, durante mucho tiempo han sido propuestas para llenar las brechas del registro fósil, brechas que los defensores del gradualismo (los cambios evolutivos graduales de una especie a otra), confiadamente esperaban que algún día fueran llenadas, cuando al fin se localizaran los estratos rocosos con la antigüedad apropiada.

Pero todas las evidencias fósiles hasta la fecha, no han podido hacer aparecer los eslabones perdidos, y existe la convicción creciente entre muchos científicos, que estas formas transicionales nunca existieron.” Niles Eldredge, citado en “Alternate Theory of Evolution Considered,” en Los Angeles Times, Noviembre 19, 1978.

Los doctores Patterson, Raup, y Eldredge, ya habían dedicado su vida entera al análisis de fósiles, antes de hacer las declaraciones anteriores; y juntos, han estado a cargo de por lo menos, el 50 por ciento de las principales colecciones de fósiles del mundo. Así, no sólo tienen la evidencia y conocen la evidencia, sino que además, trabajan con ella día tras día. En sentido figurado, se sientan sobre la pila más alta de huesos fósiles que existe en el mundo, y por lo tanto, saben muy bien de lo que están hablando. Su conclusión es: “No existen formas transicionales.”

¡Pero SIN formas transicionales NO puede haber evolución! Ya que DE ESO se trata la evolución. La evolución no consiste en transformar cobre en sulfuro, ni aire en luz solar, ni lobos en perros pastor alemán, sino el real cambio de una especie en otra.

La evolución es que uno de los tipos básicos de plantas o animales se cambie en otro de los tipos básicos de plantas o animales (como que manzanos se transformen en robles, o cabras en vacas). Deberían existir evidencias de esos cambios en el registro fósil. Y tales evidencias serían las “formas transicionales” que llenarían las “brechas” entre los tipos básicos. Pero tales transiciones no se han encontrado por ninguna parte.

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