LOS CIENTÍFICOS DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX.


Antes de la segunda mitad del siglo XIX, la mayoría de los científicos eran investigadores que creían firmemente que toda la naturaleza había sido creada por un Experto Diseñador. Así, los pioneros que establecieron el fundamento de la ciencia moderna eran creacionistas, personas con un gran intelecto y que trabajan arduamente en medio de grandes adversidades.

En contraste, algunos filósofos, sentados en sus sillones, empezaron a especular sobre el origen de las cosas, mientras que los científicos, ignorándolos, seguían trabajando. Pero esto cambió durante el siglo XIX, cuando tales filósofos lograron controlar el trabajo de los científicos, ocultando las investigaciones y los descubrimientos que no fueran favorables a sus teorías. La consecuencia fue que hasta el día de hoy, gran cantidad de evolucionistas defienden con denuedo las teorías no científicas que fueron planteadas y promovidas desde hace más de un siglo.

Debemos destacar que aún antes de que Charles Darwin publicara por primera vez su libro, las bases de la teoría de la evolución habían sido ya destruidas por siete hallazgos científicos publicados.
Carl Linn (Carolus Linnaeus, 1707-1778), fue el científico que clasificó un sinnúmero de organismos vivos. Creacionista sincero, observó que no había especies intermedias, y que todas las especies animales y vegetales conocidas, eran distintas unas de otras, y pertenecientes a categorías bien definidas. Además, que era posible encontrar muchas subespecies y múltiples variaciones dentro de una misma especie, pero que no había la transformación de una especie en otra (*R. Milner, Encyclopedia of Evolution, 1990, p. 276).

La Primera ley de la termodinámica (1847). Heinrich von Helmholtz formuló la ley de la conservación de la energía que dice que la suma total de toda la materia permanece constante, y es obvio que esta ley refuta varios aspectos de la teoría de la evolución. (*Isaac Asimov, "In the Game of Energy and Thermodynamics You Can’t Even Break Even," Journal of Smithsonian Institute, Junio 1970, p. 6).

La Segunda ley de la termodinámica (1850). R. J. E. Clausius formuló la ley de la entropía: Que los sistemas tienden hacia el estado más probable desde el punto de vista matemático y, al final, se desorganizan totalmente (*Harold Blum, Time’s Arrow and Evolution, 1968, p. 201). En otras palabras, que todo va dejando de funcionar, se desgasta, y se hace pedazos (*R.R. Kindsay, "Physics: to What Extent is it Deterministic," American Scientist 56, 1968, p. 100). Esta ley elimina la teoría básica de la evolución que dice que lo sencillo se va transformando en algo cada vez más complicado. *Einstein dijo que estas dos leyes eran las más perdurables que él conocía (*Jeremy Rifkin, Entropy: A New World View, 1980, p. 6).

El hallazgo de la mujer de Guadalupe (1812). Este es un descubrimiento bien acreditado que ha permanecido en el Museo Británico por más de un siglo. Es un esqueleto humano completo y con características iguales a las de los actuales, que se encontró en la isla caribeña francesa de Guadalupe, adentro de un inmenso bloque de piedra caliza que data, según los geólogos, de hace 28 millones de años. Aunque se pueden citar más ejemplos, este hallazgo basta para demostrar que seres humanos, similares a los de la actualidad (y a veces de mayor tamaño), se han encontrado en estratos muy profundos de la tierra.

Gregorio Mendel (1822-1884). Fue un creacionista que vivió y trabajó cerca de Brunn (actual Brno), Checoslovaquia. Era maestro de ciencias y matemáticas y a diferencia de los teóricos, Mendel era un verdadero científico: Cultivó chícharos y estudió los resultados de cruzar sus diversas variedades. Comenzó su trajo en 1856 y lo concluyó ocho años después. En 1865 reportó los resultados de su investigación, en el Journal of the Brunn Society for the Study of Natural Science. La revista se distribuyó en 120 Bibliotecas de Europa, Inglaterra y América; pero aun así, su investigación fue totalmente ignorada por la comunidad científica de su tiempo, hasta que fue redescubierta después del año 1900 (*R.A. Fisher, "Has Mendel’s Work Been Rediscovered?" Annals of Science, Vol. 1, No. 2, 1936). Sus experimentos mostraban con claridad que una especie no puede transformarse en otra, pues existe una barrera genética sobre la que no puede tenderse un puente. El trabajo de Mendel sentó las bases de la genética moderna y sus descubrimientos destruyeron en efecto, la base de la teoría de la evolución de las especies” (*Michael Pitman, Adam and Evolution, 1984, pp. 63-64).

Luis Pasteur (1822-1895) fue otro científico genuino. Mientras estudiaba la fermentación, realizó su famoso experimento de 1861, con el cual refutó la teoría de la generación espontánea o sea, que la vida no puede surgir de materiales sin vida. Este experimento fue muy importante; pues hasta ese entonces, la mayoría de los científicos creían en la generación espontánea y que si por ejemplo, se dejaba una pila de ropa sucia en la esquina de un cuarto, se podían engendrar ratones. 

La comprobación era que al regresar más tarde a donde estaba la ropa, con frecuencia se encontraban ahí ratones. Después de su experimento, Pasteur aseguró que sólo Dios podía crear a los seres vivientes, pero aun así, y hasta el día de hoy, la teoría moderna de la evolución continúa basándose en esa teoría obsoleta de la generación espontánea, refutada por Pasteur (la cual dice que la vida surgió de la materia inerte). ¿Por qué? Porque es la única base sobre la que la evolución pudo ocurrir. Como señala *Adams: “Al haber sido desacreditada la generación espontánea [por Pasteur], los biólogos ateos, se quedaban sin teoría alguna sobre los orígenes de la vida”. (*J. Edison Adams, Plants: An Introduction to Modern Biology, 1967, p. 585).

August Friedrich Leopold Weismann (1834-1914). Fue un biólogo alemán que refutó la noción de *Lamarck sobre “la herencia de las características adquiridas”. Se le recuerda principalmente como el científico que durante 19 generaciones consecutivas, le cortó la cola a 901 ratones blancos jóvenes, observando que cada nueva generación, seguía naciendo con cola. Así, él reportó que la última generación, nació con la cola tan larga como la de los primeros ratones. Hubo más experimentos que Weismann llevó a cabo, y que refutaban el Lamarquismo. Fue así que sus descubrimientos, junto con hallazgos como que la circuncisión practicada a los varones judíos durante más de 4000 años, no ha afectado el prepucio, hundió a tal teoría (*Jean Rostand, Orion Book of Evolution, 1960, p. 64). A pesar de todo, el Lamarquismo pervive en la actualidad como otra de las bases de la biología evolutiva, pues los evolucionistas siguen enseñando que a las jirafas que continuaban estirando el cuello para alcanzar ramas cada vez más altas, se les alargó cada vez más, el cuello, y que tal modificación se la heredaron a su descendencia. En un libro posterior, *Darwin abandonó la selección natural por considerar que no era factible, y regresó al Lamaquismo como la causa del cambio (nunca observado) de una especie a otra (*Randall Hedtke, The Secret of the Sixth Edition, 1984).

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