¿ES EL ARQUEOPTÉRIX ES UNA FALSIFICACIÓN?

A raíz de su descubrimiento hubo un acalorado debate; el Arqueoptérix no es un pájaro extinto, sino una deliberada falsificación, y que hay evidencias al respecto, que lo demuestran.
Simultáneamente, mientras se empezaban a acumular evidencias que indicaban que el Arqueoptérix era un fraude cuidadosamente elaborado, confirmados evolucionistas empezaron a alinearse hacia la posición de que el Arqueoptérix no era más que un antiguo pájaro, y no algo mitad reptil y mitad ave.
Al llamarle “pájaro,” intentaron evitar una crisis similar a la que en 1953, golpeó al mundo científico (y a la mayoría de los museos), cuando se comprobó y difundió que el Hombre de Piltdown era un fraude.

TRES PROBLEMAS INICIALES.

Antes de exponer las denuncias de Hoyle y Watkins, analicemos primeramente, algunas otras facetas de este asunto.
Se dará cuenta que en el siguiente análisis, hay diferencias de apreciación entre este y el anterior abordaje del asunto. Por ejemplo, mientras que algunos expertos consideran que el Arqueoptérix, tiene un cuerpo de tipo ave, los que consideran que es un fraude, consideran que el cuerpo fosilizado corresponde al de un reptil. O sea, que alguien tomó un fósil de reptil y cuidadosamente le añadió alas.

He aquí un análisis al respeto que le recomiendo lea cuidadosamente:

“Tal y como sucedió con al anteriormente llamado Hombre de Piltdown, el Arqueoptérix parece ser una perfecta forma intermedia… Hay sin embargo, perturbadoras analogías entre el Hombre de Piltdown y el Arqueoptérix, que, tras un cuidadoso estudio, han llegado a hacerse aparentes: ¡Ambos son una mezcolanza de rasgos encontrados en los organismos que pretende eslabonar! Además, presentan cada uno de los rasgos, en su forma completamente desarrollada, más que en una forma intermedia (en evolución). Con ciertas modificaciones, la mandíbula del Hombre de Piltdown era la de un orangután; y la cabeza del Arqueoptérix, es la de un dinosaurio. Mientras que el cráneo del Hombre de Piltdown era la de un Homo sapiens, y las plumas del Arqueoptérix, son plumas común y corrientes, sin diferencias sustanciales con las de un poderoso pájaro volador actual, como el halcón… (aunque) la falta de adecuadas y suficientes fijaciones óseas para los poderosos músculos voladores, es suficiente razón (a pesar de sus plumas), para descartar la posibilidad de que el Arqueoptérix, pudiera siquiera volar.” W. Frair y P. Davis, Case for Creation (Caso a favor de la Creación), 1983, pp. 58-60.

Fue acaso un lucrativo negocio? Hay quienes creen que el Arqueoptérix, fue una falsificación cuidadosamente elaborada. La realidad es que habría sido relativamente fácil hacerla. Las características de la dura piedra caliza, permitiría fácilmente que algo sobre ella, se pudiera grabar cuidadosamente. Y así como el primer Arqueoptérix, se vendió a un alto precio, al mejor postor (el Museo Británico), el segundo, puesto a disposición 16 años después, mostrando una cabeza de tipo reptil, también se vendió por una enorme cantidad de dinero, al museo de Berlín. Fue así que el propietario de esa cantera, se hizo de una pingüe fortuna con la venta de ambos especímenes.

¿Fósil al que se le añadieron plumas? Es estos especímenes se aprecian poderosas plumas diseñadas para volar, con robustas alas, que parecen irradiarse como discretos rayos a partir de lo que aparenta ser un pequeño cuerpo de reptil. Así, la cabeza y el cuerpo del Arqueoptérix, parecieran ser los de un Compsognatus (dinosaurio del tipo de los celurosaurios); mientras que las plumas para volar, son exactamente iguales a la de un pájaro volador actual. Si se las quitaran, la criatura parecería simplemente, un pequeño dinosaurio más. Si usted examina cuidadosamente una fotografía del “espécimen londinense,” notará que las plumas para volar simplemente consisten de líneas cuidadosamente dibujadas, y ¡Nada más!

Todos los especímenes provienen del mismo lugar. Tómese en cuenta que los 6 especímenes existentes de Arqueoptérix, fueron encontrados en la Solnhofen Plattenkalk de Franconia, Alemania, cerca de la ciudad de Eichstaff. En ninguna otra parte del mundo, se ha descubierto algún otro fósil de Arqueoptérix.
En forma contemporánea a cuando fueron encontrados los seis especímenes, Ernst Haeckel (1834-1919), vivía en Alemania, quien para cuando ambos especímenes fueron encontrados, estaría en la plenitud de su vida. Haeckel era entonces, en el viejo continente, el defensor más agresivo del darwinismo, y se sabe que para cuando se hicieron los descubrimientos, él estaba muy activo.
Continuamente buscaba nuevas “pruebas” de la evolución, que pudiera incluir en su circuito de conferencias. Le encantaban las ilustraciones tanto verbales como gráficas, y ahora se sabe, que invertía en lo privado, buen tiempo fabricándolas entusiastamente.

También se sabe que Haeckel tenía excepcionales habilidades artísticas que usaba para producir fraudes pro-evolucionistas: Fraudulentamente, retocaba y modificaba esquemas de esqueletos y embriones de simios, con el fin de que pareciera que comprobaban la teoría de la evolución. Tenía la capacidad y la mentalidad necesarias para tal tarea, y la oportunidad de hacerse del dinero requerido.

Es posible grabar aún los más delicados trazos, en los bloques de la piedra caliza. Hace unos 35 años, el autor, tuvo la oportunidad durante varias semanas, de trabajar con dos de los mejores materiales del siglo XIX, para hacer arte: Haciendo grabados en cobre, y litografía en piedra. Ambos en el siglo XIX, se usaron para hacer impresiones, y reproducir en ellos, las más finas y delicadas líneas, gracias a que tanto el cobre como la piedra caliza de alta calidad, tienen una superficie especialmente suave y de un grano tupido. Las canteras de piedra caliza de Bavaria y de Franconia, producen los mejores bloques disponibles para hacer litografía (de “lithos” piedra; y “graphos” escritura o grabado). Los procesos actuales de litografía (que usan finas placas de metal), son descendientes de los procesos originales, que imprimían sobre el bloque liso de piedra caliza, usando tinta a base de aceite que no se corría ni mezclaba con el agua presente en la suave superficie que quedaba entre las líneas. En el otro método original, el del grabado en cobre, se usó originalmente, el método intaglio, a base de delgados y finos trazos grabados sobre la superficie lisa. No cabe pues la menor duda, de que cualquier grabador experimentado, pudo fácilmente, agregar en sobre-relieve, y en forma radial, las plumas voladoras que actualmente lucen encima de un auténtico fósil de un pequeño dinosaurio.

Los grabados hechos en bloques de piedra caliza, pueden ser tan finos, que pueden usarse para imprimir billetes de papel moneda, y certificados de bonos bancarios.

“Las plumas del Arqueoptérix, sugieren que la criatura era un diestro volador y planeador, mientras que al mismo tiempo, su esqueleto sugiere lo contrario. El Arqueoptérix no es sólo un mosaico de características casi imposible de interpretar, sino aún más, de usar como fundamento para la teoría de la evolución.” W. Frair y P. Davis, Case for Creation (Caso a favor de la Creación), 1983, p. 81.


EL INFORME DE HOYLE Y WATKINS


No fue sino hasta la década de 1980, en que se desarrolló la oposición más formidable en contra de los especímenes de piedra caliza de Solnhofen. He aquí la historia de lo que sucedió:

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIONES.

En 1983, M. Trop escribió un artículo poniendo en duda la autenticidad del espécimen (“¿Es el Arqueoptérix una falsificación?” en Creation Research Society Quaterly, Vol 20, pp. 121-122).

Dos años después, una serie de cuatro artículos se publicaron en el British Journal of Photography (números de Marzo a Junio de 1985), declarando al Arqueoptérix un engaño artificiosa y cuidadosamente elaborado.

Dichos artículos fueron escritos por algunos de los más renombrados científicos de Inglaterra: Fred Hoyle, R. Watkins, N. C. Wickramasinghe, J. Watkins, R. Rabilizirov, y L.M. Spetner, cosa que llamó la atención y desató una controversia en el mundo científico, pues denunciaron por escrito, que de la misma manera en que en su tiempo, el Hombre de Piltdown lo había sido, el Arqueoptérix ahora, era también un fraude.

Tenga presente, mientras discutimos estos especímenes, que de los seis disponibles, sólo el de Londres y Berlín son útiles; y que los demás, difícilmente son reconocibles como algo, por lo que toda evidencia a favor o en contra, tendrá que ser basada en uno de estos dos especímenes.

En 1983, estos seis renombrados científicos ingleses, fueron al museo de Londres, y cuidadosamente estudiaron y fotografiaron su espécimen contenido en una laja y contra laja, que permiten apreciar la parte frontal y dorsal del espécimen. He aquí lo que estos bien conocidos científicos reportaron:

FALTA DE COINCIDENCIA EN LAS LAJAS.

 Las dos lajas no parecen coincidir. Si el espécimen fuera genuino, la laja anterior debería ser una imagen en espejo de la laja posterior. Pero no lo son.

Este hallazgo por sí solo, no basta para probar que el espécimen es un engaño; pero una comparación del presente espécimen con un dibujo hecho en 1863, demostró que después de esa fecha, se habían hecho modificaciones en el ala izquierda del espécimen. En 1863, el ala izquierda no coincidía para nada en las dos lajas, por lo que las modificaciones posteriores, permitieron que coincidieran mejor.

PLUMAS ARTIFICIALES.

 Fred Hoyle, Jhon Watkins, y los demás, concluyeron que el cuerpo, el esqueleto, y las extremidades eran genuinas, pero que las marcas de las plumas (delgadas líneas que en forma radial salían de las extremidades superiores del fósil), habían sido cuidadosamente grabadas en la piedra fosilífera, por una mano desconocida.

BURBUJAS DE CEMENTO.

 Pero se encontraron además, otras evidencias adicionales de falsificación: Que se había usado cemento durante el proceso del grabado. “Ellos sugirieron que se usó el siguiente procedimiento para hacer las impresiones de las plumas: 

1. Los falsificadores removieron (rasparon) parte de la roca alrededor de los miembros superiores y la cola del fósil.

2. Que después aplicaron una delgada capa de cemento, probablemente elaborado con piedra caliza de la misma cantera Solnhofen, en las áreas excavadas.

 3. Que sobre este cemento, se grabaron las plumas, que se integraron al bloque gracias al material adhesivo (evidente como burbujas como de “goma de mascar”).

Hay evidencias obvias de que se intentó eliminar tales burbujas de la roca: las lajas muestran señas de haber sido lijadas, cepilladas, y descascaradas; sin embargo, se les pasó algo en el proceso de limpieza: Una burbuja de goma, y fragmentos de otras que se quedaron en la laja.” Venus E. Clausen, “Recent Debate Over Archaeopteryx.” (Debate reciente acerca del Arqueoptérix).

El Museo retiró el espécimen. Terminada su inspección inicial del espécimen del museo Británico, ellos solicitaron que un centro de estudios “neutral,” hicieran estudios adicionales en las burbujas con microscopía electrónica; con radio fechado con Carbono 14; y con espectrofotometría. Fue tres meses después, que los funcionarios del museo comunicaron que el espécimen iba a ser retirado para hacerle análisis adicionales.

HISTORIA DE LAS FALSIFICACIONES. 

Hoyle, Watkins, y los demás, revisaron fuentes históricas y reportaron que habían descubierto que, en los primeros años del siglo XVIII, el área de piedra caliza de Solnhofen, había sido famosa por practicar la falsificación de fósiles. Además, que previamente, ya se habían alterado otros fósiles genuinos encontrados en esa cantera de piedra caliza, que posteriormente, habían sido vendidos como auténticos a varios museos. Todos estos supuestos fósiles (no relacionados con el Arqueoptérix), les habían traído significativas ganancias, ya que parecían representar nuevas y extrañas criaturas.

Los descubrimientos coincidían con las predicciones. Thomas H. Huxley, el portavoz de Darwin en Inglaterra, y a quien él llamaba su “buldog,” había predicho que se encontrarían fósiles de nuevas y extrañas criaturas. Hoyle y asociados, creen que animados por tales declaraciones, los falsificadores se pusieron a trabajar en producirlas.

La conexión Meyer. De los seis fósiles de Arqueoptérix que hay, sólo tres especímenes muestran obviamente, las impresiones de las plumas. Estos tres especímenes fueron enviados a Herman Von Meyer, en Alemania para su análisis y descripción, lo le llevó 20 años. Hoyle y compañía, sugieren que a Meyer le llegaron como reptiles, para después salir de su presencia con alas. Sucede además, que casualmente, Meyer tenía lazos cercanos con la familia Haberlein, quienes fueron los que inicialmente le compraron sus dos mejores fósiles de reptiles alados. Así, más que los dueños de la cantera, fue la familia Haberlein la que obtuvo las mayores ganancias al venderlos a los museos, y quien le pudo haber dado una parte a Meyer.
Como ya se dijo, se puede encontrar toda esta información y más, en los cuatro números del British Journal of Photography (de Marzo a Junio de 1985). Además, consulte W. J. Broad, “Autenticiy of Bird Fossil is Challenged” (La Autenticidad de una Ave Fósil, es Desafiada), en New York Times, Mayo 7 de 1985, pp. C1, C14; T. Nield, “Wings Fly Over Fossil Fraud” (Las Plumas Vuelan sobre un Fósil Fraudulento), en New Scientist 1467: 49-50; y G. Vines, “Strange Case of Archaeopteryx Fraud (El extraño Caso del Arqueoptérix fraudulento), en New Scientist 1447:3.

Las Repercusiones. Como era de esperarse, como consecuencia de estos cuatro artículos, un torrente de ira se desató en la comunidad evolucionista. Los defensores de la teoría de la evolución ardieron en furia; pero aún así, los seis científicos responsables, se sostuvieron en lo dicho.

Esto provocó aun más alboroto, pues nuevamente, era el mismo Museo Británico que ya había caído en la trampa del llamado Hombre de Piltdown, expuesto públicamente como fraude apenas hacía 32 años. (El Hombre de Piltdown fue “encontrado” entre 1908 y 1912 a unas cuantas millas de la antigua casa de Darwin; fue hecho público en ese mismo año; y expuesto como un fraude, en 1953).

Por un tiempo el Museo Británico se rehusó a ceder; pero la presión recibida fue demasiada, y el museo hizo arreglos con un comité especial, formado por una selecta variedad de científicos, para que se revisara el asunto. Tras examinar las lajas, en 1986, ellos reportaron, que en su opinión, “los Arqueoptérix no tenían burbujas.” Esto bastó al Museo Británico, quien anunció que daba por concluido el asunto, y que las lajas ya no estarían disponibles para mayores análisis. Pero nunca negaron que había falta de coincidencia en las lajas, lo cual era una evidencia de mucho mayor peso que la presencia de burbujas.

¿Es el Arqueoptérix un reptil volador; o simplemente otro pájaro; o un fraude (un reptil al que se le añadieron alas)? Elija su opción, pues de cualquier manera, lo definitivo es que no es una especie en transición: No hay estados transicionales que lleven hacia ella, ni que salgan a partir de ella.

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