RADIO FECHADO. LOS PRINCIPALES MÉTODOS DE FECHADO. PARTE 1


Hay varios tipos y métodos de fechado en uso actualmente. Entre los principales están:

(1) El fechado por uranio-torio-plomo, que está basado en la progresiva desintegración del uranio y el torio, en radio, helio, etc., para llegar al fin, al plomo.

(2) El fechado por rubidio y estroncio, que está basado en la cadena de decadencia del rubidio, hasta convertirse en estroncio.

(3) El fechado por potasio y argón, que está basado en la desintegración del potasio radiactivo, hasta convertirse en argón y calcio.

Ahora, discutiremos los puntos fuertes y las debilidades de cada uno de estos métodos.

Hay un patrón básico que se sigue en la desintegración de las sustancias radiactivas. En cada uno de estos procesos de desintegración, la sustancia madre, o sea la sustancia radioactiva original, gradualmente se desintegra y se convierte en substancias hijas. A veces, se incluyen largas cadenas de desintegración en donde cada sustancia hija, se desintegra a su vez, en otras substancias, hasta que al fin, sólo queda un elemento inerte, o sea, que ya no tiene radioactividad. En algunos casos, la sustancia madre puede desintegrarse directamente en el producto final. Otras veces, una cadena radioactiva puede empezar con un elemento que se encuentra a su vez, en uno de los pasos intermedios de la cadena de desintegración de otro elemento.

Un método algo diferente de fechado radioactivo es el llamado fechado por carbono-14 o radiocarbono, el cual es un isótopo radiactivo del carbón, que se forma en la atmósfera por efecto de los rayos cósmicos. El carbono 14, se desintegra subsecuentemente, pasando por varios pasos, hasta llegar al isótopo estable del carbono. También discutiremos el fechado por radiocarbono en este capítulo.

SIETE SUPUESTOS INICIALES. 

Desde un principio, necesitamos entender claramente un hecho básico: Cada uno de estos métodos puede ser exacto, solamente SI (¡si!) ciertos supuestos SIEMPRE (¡siempre!) se cumplen, en CADA UNO de los ejemplares a los que se les hará la prueba para determinar su edad. He aquí estos siete críticos supuestos:

(1) Que cada sistema tiene que ser un sistema cerrado. O sea que durante todo el proceso de desintegración, nada debió contaminar, ni a sus elementos progenitores, ni a alguno de su elementos descendientes. De lo contrario, el fechado saldría alterado. Idealmente, para lograr esto, ¡todo ejemplar a fechar, tendría que haber sido aislado en un contenedor con gruesas paredes de plomo, durante toda su existencia previa al fechado, aunque supuestamente haya sido de millones de años! Sin embargo, en las condiciones reales de la naturaleza, no existe tal cosa como un sistema cerrado. Un trozo de roca no puede ser sellado y alejado de las otras rocas, el agua, los químicos, y las diversas radiaciones provenientes del espacio, durante millones de años.

(2) Que cada sistema a fechar, no haya tenido inicialmente, ninguna de sus sustancias hijas. Así, un trozo de uranio 238, no debió haber contenido ni plomo, ni ninguno de los otros radioisótopos descendientes y que forman su cadena de desintegración, pues si los tuviera, se obtendrían fechas falsas. Pero no hay manera de confirmar este supuesto, pues es imposible saber qué es lo que había inicialmente, en un dado trozo de mineral radioactivo: Si estaba formado por una sola sustancia radioactiva primaria, o si contenía una mezcla de los elementos inestables de su cadena de desintegración, y algo de su elemento final. Tal cosa ni la sabemos, ni la podemos saber. Se puede elucubrar y suponer esto con el fin de obtener las fechas que se quieren, y que sean consistentes con sus teorías, ignorándose a todas las demás. ¡Y esto, es lo que precisamente, hacen los científicos evolucionistas!

(3) Que la velocidad del proceso siempre haya sido la misma. O sea, que el tiempo o ritmo de desintegración no haya variado. Pero nuevamente, no tenemos manera de ir al pasado y cerciorarnos de que tal supuesto se haya cumplido. Todos los procesos en la naturaleza funcionan a una velocidad que es determinada por varios factores y tales factores pueden ser modificados por algunos cambios en las condiciones ambientales, por lo que las velocidades actualmente establecidas, son realmente promedios estadísticos y no constantes inmutables. Así, el más fundamental de todos los supuestos iniciales, es suponer que todos los cronómetros radioactivos, incluyendo el del carbono 14, siempre y durante todo el pasado lejano, han tenido un ritmo constante de desintegración que nunca fue afectado por influencias externas; pero contrario a esto, es un hecho conocido por los científicos, que los cambios en los ritmos de desintegración, pueden ocurrir y ocurren. Así, las evidencias dadas por los estudios hechos en la naturaleza, revelan que la realidad es que los ritmos de desintegración, sí han variado en el pasado.

El ritmo de desintegración de cualquier elemento radioactivo puede ser alterado: [1] si el mineral es bombardeado desde el espacio, con partículas de alta energía (tales como los neutrinos, rayos cósmicos, etc.); [2] si queda expuesto, aunque sea temporalmente, a las radiaciones emitidas por otro mineral radioactivo cercano; [3] si se aumenta la presión física sobre el mineral radioactivo; y [4] si entra en contacto con ciertas sustancias químicas.

(4) Un investigador, John Joly, de Trinity College, en Dublín. Pasó varios años estudiando los halos pleocróicos emitidos por substancias radioactivas, y en sus estudios, encontró evidencias de que los minerales radiactivos con vidas medias largas, ¡sí han variado en su ritmo de desintegración en el pasado! “Que (Joly) sugiera que el ritmo de desintegración del uranio se ha modificado en varios de los periodos geológicos, descarta, si es que fueran válidas, toda posibilidad de calcular con exactitud, la edad, por métodos radioactivos.” (A. F. Kovarik, “Calculating the Age of Minerals from Radioactivity Data and Principles.” in Bulletin 80 of the National Research Council, June 1931, p. 107).

(5) Así, cualquier cambio que hubiera ocurrido en el pasado, por ejemplo, en la capa atmosférica que rodea nuestro planeta, habría afectado importantemente, el reloj de los minerales radioactivos. Se sabe que en nuestra atmósfera, continuamente penetran rayos cósmicos, mesones de alta energía, y neutrones, electrones, protones, y fotones; todos ellos, partículas atómicas que viajan a velocidades cercanas a la de la luz. Además, que varias de estas radiaciones son capaces de penetrar hasta varios cientos de metros bajo tierra y hasta 1,400 metros [1,530 yardas] bajo la superficie del mar. La capa atmosférica que actualmente rodea nuestro mundo, equivale a una capa de agua de 34 pies [10.4 m] de profundidad, o a una capa de plomo, de 1 metro [1.093 yd.] de espesor. Si esta capa de aire, en alguna época pasada, estuvo saturada con mucha más agua que la actual, el reloj atómico dentro de los materiales radiactivos, seguramente sufrió una importante variación, con relación al ritmo que actualmente tiene. Ahora sabemos que antes del Diluvio, hubo una cantidad mucho mayor de agua, en la capa atmosférica.

(6) El anillo radiactivo de Van Allen que circunda el globo terráqueo, está a unas 450 millas [724 Km.] por encima de nosotros, y es intensamente radiactivo. pues según Van Allen, las pruebas hechas a gran altura, han demostrado que emite entre 3,000 y 4,000 veces más radiación que la recibida por los rayos cósmicos, que continuamente bombardean la tierra. Así, cualquier variación en el anillo radiactivo de Van Allen, afectaría poderosamente, el tiempo de desintegración y transformación de los minerales radioactivos. Pero la verdad es que casi no sabemos nada acerca de este anillo: ¿Qué es? ¿Por qué está ahí?, o si ha cambiado en el pasado. De hecho, el anillo de Van Allen, apenas si fue descubierto en 1959. Pero lo que sí sabemos es que cualquier variación que sucediera en el anillo de Van Allen, por muy pequeña que fuera, afectaría significativamente, el ritmo de desintegración de las sustancias radiactivas.

(7) Un supuesto básico en todos los métodos de fechado radioactivo, es suponer que en un principio, “el reloj” atómico se inició exclusivamente en el elemento radiactivo primario. o sea que sólo existían los elementos radiactivos que están hasta la cima de las cadenas de desintegración, y que no existían ninguno de sus elementos descendientes. Por ejemplo, que originalmente solo existía en el mundo uranio 238, sin rastros de plomo 206, ni en la roca original que contenía el uranio, ni en alguna otra parte del mundo. Pero ya fuera que apareciera por creación súbita o reapareciera tras una catástrofe mundial (como el Diluvio), la Tierra siempre ha mostrado lo que los científicos llaman una “edad aparente.” Con esto quieren decir que desde un principio, la tierra siempre ha mostrado una “apariencia de madurez.” O sea, que el mundo, aún desde el momento mismo que siguió a la creación, siempre estuvo maduro y que en vez de existir inicialmente un panorama estéril, cubierto de semillas desparramadas, ya se veía revestido de plantas con flores plenamente desarrolladas, y árboles que en su mayoría, ya habrían alcanzado su estatura completa. Además, que ya había gallinas adultas, y no sólo huevos en incubación.

De la misma manera, que desde el primer día, todos los minerales radioactivos, con sus distintas vidas medias, estarían presentes, parcialmente decaídos y distribuidos, como ahora, en los diversos pasos de su cadena de decaimiento rumbo al isótopo estable. La presencia de este factor de edad aparente, afectaría importantemente, nuestra presente lectura de los relojes radioactivos responsables de la desintegración del uranio, el torio, etc. Los teóricos evolucionistas nos dicen que originalmente solo había uranio, y que todos sus descendientes (los isótopos radiactivos que le siguen en su cadena de desintegración hacia el plomo estable), aparecieron uno tras otro; pero la “apariencia de madurez” que muestra actualmente la creación, explicaría mejor, porqué es que los elementos radiactivos clasificados por los evolucionistas como “descendientes” y secundarios a la desintegración del uranio, son en realidad, también elementos originales o primarios, o sea, que ya estaban presentes en la tierra desde el principio y junto con el uranio. Ya sabemos, por medio de los estudios de Robert Gentry, que el polonio 218 original (primario), ya estaba dentro del granito desde que éste se originó súbitamente y en forma sólida, aunque de acuerdo con los evolucionistas, se diga que el polonio solo apareció como un descendiente eventual, durante el proceso de desintegración del uranio original.

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