CROMOSOMA DOS ¿EVOLUCIÓN O DISEÑO INTELIGENTE?

Los humanos tienen 46 cromosomas en cada célula, divididos en 23 pares. Cada cromosoma está hecho de ADN enrollado densamente alrededor de proteínas conocidas como histones. Dos copias del cromosoma 2, una copia heredada de cada pariente, forma uno de los pares.

El cromosoma 2 es el segundo cromosoma humano más grande, contiene más de 243 millones de bases de ADN y representa alrededor de un 8% del ADN total en las células. Este cromosoma tiene de 1,300 a 1,400 genes. Los genes realizan una variedad de roles diferentes en el cuerpo.
Uno de los argumentos más frecuentes a favor de un ancestro común para simios-humanos es que sólo un ancestro común explica que el cromosoma humano 2 es muy parecido a los cromosomas 2a y 2b en el chimpancé. Los humanos tienen 23 pares de cromosomas, ó 46 en total. Los simios, como el chimpancé, tienen 24 pares de cromosomas, ó 48 en total. Los darwinistas sostienen que los humanos tienen un par de cromosomas menos debido a que en algún punto en la línea humana, dos cromosomas simios se fundieron en un cromosoma. El cromosoma humano 2 tiene una estructura similar a la que se esperaría si dos cromosomas parecidos a los cromosomas 2a y 2b del chimpancé se unieran extremo con extremo. Francis Collins y otros darwinistas dicen que esta evidencia demuestra un ancestro común.

Ahora analicemos, esto es lo que se observa. El cromosoma 2 posee dos centrómeros. También posee una sección donde hay dos telómeros en medio del cromosoma, orientados de tal manera que sugieren que los extremos de ambos cromosomas se fusionaron entre sí. Cada telómero en los cromosomas humanos y de los grandes simios tiene la secuencia de seis pares de bases, TTAGGG, repetida una y otra vez entre aproximadamente cincuenta y cien veces en tándem. Estas unidades teloméricas repetitivas, cuando se encuentran no en los telómeros al final de un cromosoma, sino en medio del cromosoma (quizá cerca del centrómero), se designan en la literatura como «secuencias teloméricas intersticiales» (o ITS, por sus siglas en inglés).

En el sitio de la supuesta fusión en el cromosoma 2, la secuencia en la hebra superior cambia repentinamente de repeticiones TTAGGG a repeticiones CCCTAA (la secuencia complementaria de la inversión). Esto se considera como indicativo de que el ADN en un telómero de un cromosoma y el ADN en un telómero del otro cromosoma se rompieron y que posteriormente los dos cromosomas se fusionaron en los extremos rotos. Este sitio es designado en la literatura como 2q13 (donde «2» se refiere al número de cromosoma, «q» se refiere al brazo largo, y «13» se refiere a la posición en el brazo).

Ahora bien, lo cierto es que hay explicaciones alternativas verosímiles para esta observación (contemplemos, por ejemplo, un escenario en el que nuestro género Homo, poseyendo originalmente 48 cromosomas, experimentase un evento de fusión cromosómica dentro de su propio linaje independiente). Este argumento se presenta a menudo en la blogosfera del Diseño Inteligente como respuesta a esta clase de argumentación; pero no es esto lo que yo quiero suscitar en esta reseña.
“Aunque su función no ha quedado todavía claramente elucidada, las secuencias teloméricas intersticiales (ITSs) han sido citogenéticamente asociadas con reorganizaciones cromosómicas, sitios frágiles y puntos calientes de recombinación. En este artículo demostramos que las ITSs no están ubicadas en los puntos de rotura evolutiva exacta de las inversiones entre los cromosomas humano y de chimpancé y entre los cromosomas humano y de macaco rhesus. Hemos demostrado que las ITSs no son señales de reparación en los puntos de rotura de las reorganizaciones del cromosoma objeto de análisis. Descubrimos ITSs en la región (0,7–2,7 Mb) que flanqueaban uno de los dos puntos de rotura en todas las inversiones evaluadas. La presencia de ITSs en estas ubicaciones no se da por azar. Son cortas (hasta 7,83 repeticiones) y casi perfectas (82,5–97,1% coincidencias). Las ITSs están conservadas en las especies comparadas, lo que demuestra que estaban presentes antes que tuvieran lugar las reorganizaciones”. (Cytogenetic and Genome Researchen 2009, de Farré, Ponsà y Bosch [Farré, M., M. Ponsà, et al. (2009)

La respuesta darwinista solo reafirma el hecho de que los humanos y los simios comparten una estructura genética similar. Pero mucho antes de que se descubriera la fusión del cromosoma humano, se conocía la similaridad genética alta entre humaos y simios. Puesto que nuestro ADN determina la forma de nuestro organismo, este nivel alto de similaridad genética entre humanos-simios se pudo predecir sin ningún conocimiento de evolución, basándose solamente en similaridad morfológica entre ellos. Después de todo, diseños similares usualmente implican planos similares.

De modo que, esta evidencia de fusión no es evidencia independiente para un ancestro común. Esta evidencia simplemente fortalece la evidencia de similaridad genética entre humanos y simios. Puesto que la similaridad se podría esperar fuera del darwinismo y de un ancestro común, las similaridades entre organismos pueden ser el resultado de requerimientos funcionales implementados mediante el diseño común. En el libro El Lenguaje de Dios, Francis Collins muestra los cariotipos (conjuntos de cromosomas) altamente similares de humanos y simios. ¿Nos debería sorprender esta similaridad? Como se mencionó anteriormente, los estudios morfológicos observan que los humanos y simios son muy similares en su estructura corporal. Nuevamente, esta morfología similar implica un plano genético similar. Aún cuando no tuviéramos ningún concepto de ancestro común, esperaríamos que ambas especies compartieran planos genéticos similares, incluyendo su esquema de cromosomas.
De modo que el mensaje central de todo este tema es el siguiente:

Apoyarse en la secuencia telomérica intersticial 2q13 y presentarla como típica de lo que se observa en los genomas del chimpancé y de los humanos puede considerarse como una deliberada y cuidada selección de datos, inteligentemente definidas y estructuradas como si fuese perfectamente diseñado.
Como muestra en la figura, la evidencia de fusión no indica si la fusión cromosómica humana ocurrió en la línea que conecta con un ancestro común con los simios o en una línea independiente diseñada separadamente.

Lo que demuestra es, que en algún momento, nuestro linaje tenía 48 cromosomas, similar a la estructura genética de los simios actuales. Como se ilustra, la fusión cromosómica pudo darse en la línea humana sin un ancestro común entre humanos-simios. La evidencia de la fusión cromosómica no provee evidencia independiente de que los humanos comparten un ancestro común con los simios. La evidencia es compatible con un ancestro común (A) o ancestros diferentes (B).

El mismo Francis Collins admite que las similaridades funcionales compartidas entre dos organismos contribuye muy poco para discriminar entre ancestro común y diseño común con ancestros separados. El cromosoma 2 no provee evidencia especial para un ancestro común entre humanos y simios.

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